sábado, 19 de junio de 2010

Nadia y la Caverna Sodomita

Día viernes por la tarde. Ya estoy harto de toda la semana y hace un calor sofocante, lo único que quiero es juntarme con mis amigos y salir a carretiar para botar todo este maldito estrés. Como adivinándome el pensamiento me llama el pipe y me dice: "oye hueón!, juntémonos en la noche en la Brasil con los cabros y después nos vamos a un pub…yo invito", nada podía ser mejor, no andaba con ninguna moneda y verde por un mambo, jajaja –pensé- como anillo al dedo.

Llegué a las 11:30 a la Brasil, pero no había nadie, a excepción del Chino. Siempre me pareció bastante gil y medio idiota por lo que nunca me agradó su presencia. Le dije: "oye y ¿que onda no hay nadie?", el me dijo: "si po' asi parece, yo estoy acá desde las nueve”. Pipe de mierda -pensé- , nunca cumple lo que promete...pero no me voy a quedar sin carretear; le digo: "oe y... ¿tení moneas?", el me dijo: "emmmm...bueno hoy estoy recién pagado pero puedo gastar un poquito no mas porque sino me retan en la casa", entonces pensé, esta es la mía: ¡Ya po' entonces en que topamos!, vamos a un pub que quede por acá, le dije.

Caminando pensaba en la mierda de viernes que sería, "le pecho unas chelas y me voy, no estoy ni ahí con andar con este hueón". Llegamos a un pub llamado La Caverna Sodomita. De primera impresión me pareció bastante "especial” y no me dio mucha confianza, pero era un viernes, me quería divertir y no tenía otra opción; asi que entramos de todas formas. En cuanto puse un pie sobre el pub me di cuenta de que este no era un local cualquiera, dándome una gran sorpresa. Era un sitio totalmente bizarro y presencie una escena que difícilmente olvide: sobre una plataforma había un cuarentón en calzoncillos que era golpeado por una gorda forrada en látex con una especie de látigo con luces. Como primera impresión quedé pasmado, pero como no soy un cobarde le dije que compráramos unas cervezas.

Cuando llegamos a la barra vi una mina muy singular, era bastante alta, su pelo era violeta y pude contar al menos cuatro piercings en su cara, le dije al chino que me comprara una cerveza mientras notaba que la mina no me quitaba los ojos de encima. Llevábamos un par de cervezas cuando el chino cayó derrotado al piso, totalmente ebrio y ensuciando el piso con un vómito oscuro, le metí la mano al bolsillo y vi que ya no tenía nada de plata, dije: “puta ¿qué hago ahora, si no tengo ni uno?, mejor me voy a buscar alguien que me auspicie”, afortunadamente se me acerca la mina y me dice con una voz carrasposa y directa: “tomémonos un copete” yo obviamente acepté a pesar de que ella me intimidaba. Se pidió dos piscolas y no dijo nada, tratando de romper el hielo –y algo nervioso- le dije: “…y entonces… ¿Cómo te llam...” ¡Nadia!, dijo cortante. Nos tomamos algunas piscolas y directa como siempre me dijo: “Vamos pa’ mi casa”, yo acepté ya que no tenía otra opción.

Dentro de la micro me mostró todas sus facultades bucales, sobre todo su habilidad con la lengua, yo a esas alturas estaba bastante ebrio y no podía nada mas que ser su títere. Llegamos a un departamento pequeño y sucio, me senté en un sillón cojo mientras ella estaba dentro de una pieza y para mi sorpresa apareció con un tipo, era calvo y Nadia le dice: “cacha lo que te traje”, yo quedé helado en cosa de segundos: “en el manso tete que me metí” me lamentaba; se me acercaron los dos y yo me paré de golpe: “tranquilo compare, relájate” me dijo el tipo tomándome por el hombro, me senté nuevamente y ellos comenzaron a besarse, yo simplemente era un testigo, luego de los besos comenzaron los golpes, estaba uno frente a otro y se daban bofetadas, siempre una mas fuerte que la anterior, luego me miran y me agarran.

Tengo vagos recuerdos de ese momento y ninguno de ellos era muy bonito, solo se que desperté mágicamente bajo una banca de la plaza Brasil al lado de un perro que me meaba los pies, al abrir los ojos y verme en la calle me convencí –mintiéndome a mi mismo claramente- que todo fue un sueño y que seguramente me embriague en la plaza hasta no acordarme de nada, pero sin duda algo que no me gustaría volver a experimentar es ir otra vez a ese extraño bar La Caverna Sodomita y no volver a encontrarme con esa mujer llamada Nadia.


Taps

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