jueves, 27 de mayo de 2010

Del porqué (aún) no tenemos gobierno o Iñi Piñi

Curiosa concepción la que hoy me cruza por la cabeza: Nunca he vivido en un verdadero gobierno democrático habiendo nacido en 1991. Creí en el proyecto concertacionista más por inducción familiar que otra cosa y ahora que escucho mi mitad revolucionaria y de joven de izquierda, aquélla que en algún momento nos dice que debemos dejarnos la barba y cuestionarnos el orden establecido, pienso en la tristeza de nuestra democracia. El acuerdo entre Tohá y Auth en el PPD es un muy buen ejemplo de cómo las cúpulas decidieron todo en los últimos veinte años y nos dieron a todos la ilusión de que en algo aportábamos con un voto. Las cosas durante los próximos cuatro años no se ven muy diferentes.

Hay quienes con orgullo dicen que se fueron los malos y que ahora gobernarán los buenos de verdad. Ante eso nace instantáneamente la pregunta ¿y qué significa eso además de una belleza retórica para deleitar a quien quiera escuchar? Las evidencias -dejadas sobre todo por este último gobierno- indican que cualquier cosa menos lo que se esperaría del significado de la frase. Entre las del gobierno actual están -para felicidad de nosotros- los, ya esperables, lapsus del presidente Piñera, que abren dos opciones a la discusión: En el gobierno de turno no saben nada del mundo o el Jefe hace todo y es él quien realmente no entiende.

Resulta impresentable hablar de países desaparecidos del mapa en un discurso tan formal, matar a poetas y quizás el peor de los errores confundir una corriente ideológica con simple politiquerío. Sí, leyó bien. El progresismo es una ideología sobre la que se han escrito libros y alrededor de la cual existen teóricos. Para los señores ministros puede resultarles incómodo, pero lamentablemente el concepto estaba muy bien ubicado en el universo antes de que ellos llegaran. Así que, para desgracia de Morandé, no hay un <> más que el mismo progresismo.

Otro inconveniente que ha surgido en la conformación de todos los gobiernos en los últimos tiempos es la falta de caras nuevas. Error de la derecha aquí: Intentar renovar una política sellada, dando como resultado paradigmático la brillante carrera política de Marcela Sabat. Mucha buena voluntad no significa nada.

Es a esto a lo que nos enfrentamos. La pequeñez de un gobierno que le cuesta conformarse y el personalismo de un líder que no convence ni a la mitad de la coalición. Todo esto sumado a una maravillosa serie de equivocaciones que le ponen sabor a nuestra cotidianeidad política digna de pueblo chico.


Hermogenes Soto del Litre

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