sábado, 19 de junio de 2010

Decepción


No, eso no podía ser cierto. Ya casi eran las doce de la noche, de aquél 14 de junio cuando cumplí 11 años. ¿Dónde estaban las lechuzas? ¿Y la famosa carta que supuestamente debía llegarme? Admitámoslo, mayor parte del tiempo era lo suficientemente rara para entrar a Hogwarts, pero por alguna razón, las calles seguían igual de vacías de siempre. Y los únicos pájaros que volaban eran los que alcanzaba mi imaginación a recrear. Me fui a acostar, pensando que probablemente no me dejaron entrar porque tenía frenillos... los magos discriminan mucho.

Me levanté algo angustiada, ya no era 14 de junio; eran las dos de la madrugada del 15. Me miré al espejo y observé fijamente mis frenillos ¿No sería que los hechizos rebotan en esas cosas y por eso no es conveniente entrar a Hogwarts?

Mi madre me llevó el desayuno a la cama y me dio un agradable abrazo. Pero yo seguía fantaseando con que algún día, podría preparar el desayuno desde mi cama con la ayuda de una varita.

Todo por los frenillos. Todo por haber tomado leche en mamadera hasta muy tarde, todo porque mis padres no me quitaron el chupete a tiempo. Eso provocó que mis dientes crecieran en diferentes direcciones (casi mutantes) y luego, no pude entrar a estudiar magia.

¡Y todo por el dentista tambien!

Los dentistas en serio se quieren apoderar del mundo, creanme.

Lizz

2 comentarios:

  1. jajaja, está buenísimo.
    Los dentistas todo el rato quieren apoderarse del mundo po, primero parten por quitarte todo el dinero que tienes, luego toda la dignidá.
    Grande Lizz =)

    ResponderEliminar
  2. ahaha debo confesar que alucinaba con entrar al mundo de Hrry Pother, al igual que entrar al Digimundo. Me gustó.

    ResponderEliminar