jueves, 27 de mayo de 2010

Ayer y Hoy (o, El Pasado que nunca fue Presente)

El 21 de Mayo del 2010 fue una fecha importantísima en la vida de muchas personas. No, no se trata del primer discurso presidencial de Piñera ni del homenaje a los héroes del Combate Naval de Iquique, aunque esto no disminuye ni hace desaparecer el recuerdo y el justo homenaje al mérito de los que ofrecieron su vida por un ideal (ideal que después sería tergiversado por el chauvinismo político de ciertos sectores de la sociedad... cof, cof, derecha... cof, cof, milicos... cof, cof, viejas culiás). El hecho importante al que me refiero, que se dio también el día en cuestión, es el aniversario número 30 de Pac-Man.

Sí, Pac-Man: el más carismático de todos los héroes de videojuegos de la historia. Con su "waka-waka", para muchos adorable, para otros empelotante, ya ha combatido a Blinky, Pinky, Inky y Clyde durante 30 años, ayudado por sus invaluables pastillas antialucinaciones y frutas altamente adictivas que reponen a este rudo (y duro) personaje amarillo. Y fue en esa fría mañana de viernes festivo (¿de qué?), mientras jugaba en Google un minijuego conmemorativo, fugaz como el momento de gloria de un tal Prat idolatrado a más no poder por partidarios de la democracia protegida, cuando se me vino a la mente el recuerdo de haber pasado tardes enteras gastando fichas en flippers, o martillando mis pulgares por culpa del Super Mario y del Mortal Kombat cuando era un retoño. Una larga y dura sensación de nostalgia recorrió mi espinazo durante un minuto entero.


Creo ser parte de la generación de los ’90. La última generación cuerda que ha pisado este país, a pesar del negativismo recalcitrante del grunge y el comienzo del estancamiento del rock y el metal clásico. Así, mis compañeros de generación y yo nos hemos convertido en sobrevivientes de un estilo de vida notoriamente diferente al que vivieron los hijos de Mekano, y más recientemente, los hijos de Yingo. No quiero parecerme al típico viejo remilgado de la generación del ’20 que se queja hasta por vivir, pero en el fondo de mi corazón desearía que, al menos por un día, todo vuelva a ser como antes. En vez de soportar la mediocridad de una década desastrosa, desearía que al menos por un día ese oscuro y perdido sentimiento llamado inocencia volviera a inundar nuestras vidas mientras vemos esos monitos que nos robaron el corazón, teñidos por el sabor de la leche con chocolate y el pan con mortadela lisa (quien no ha comido mortadela lisa, no puede decir que ha tenido vida XD).

De verdad, me gustaría ver a mis hijos y/o nietos admirando a su viejito sencillo por haber jugado al juego más delirante y adictivo jamás hecho, en vez de reírse de mí por considerarlo anticuado. Me gustaría ver que nuestro amor por aquellos personajes de infancia, como el mismísimo Pac-man, jamás se pierda por culpa de la jonasbrotherización de nuestros hermanos menores. Lo único que quiero para mi generación, la noventera, es que nuestros gratos recuerdos de tardes primaverales no se pierdan en esta década incomprensible e idiota del mercadeo. El olvido sería el peor de los pagos para ellos, pues para mí, al menos, ellos sí fueron verdaderos héroes: los héroes del pasado que alguna vez, ya no, fue presente.

Por Betito (punchhhh...El Ecléctico)

No hay comentarios:

Publicar un comentario